
Una libra de café pesará, indudablemente, una libra si se pesa con la balanza de quien la compra. Sin embargo, para el cafetero colombiano una libra de café pesa tanto como el empeño que le imprime a su labor.
La mayoría de campesinos cultivadores de esa cereza apasionantemente roja, continúan recolectando el fruto de manera artesanal, pues las difíciles condiciones del terreno y los pequeños cultivos imposibilitan la recolección de manera industrial.
Hagamos cuentas para calcular el verdadero valor del café y de esta ardua labor:
- El campesino se levanta con el sol y su día de trabajo termina cuando este se pone.
- Camina desde su casa hasta el cafetal, donde selecciona manualmente fruto a fruto.
- Baja a hombro o a lomo de mula los bultos llenos del café recién recogido.
- Luego de cuidar la realización del despulpado por las máquinas, debe pasar el café a los tanques de almacenamiento (Añadir: para la fermentación).
- Cuando hay una cantidad considerable de café dentro de los tanques (Reemplazar lo anterior por: “Cuando han transcurrido de 12 a 18 horas necesarias para que el café desarrolle muchos de sus atributos), se lleva a cabo el proceso de lavado y separación según calidad.
- Esparce y revuelve constantemente el café lavado en planchones al sol para que un correcto secado.
- Empaca el café en costales de fique para llevarlos al pueblo y venderlo en las agencias encargadas de
- industrializar o comercializar el grano.
Además del proceso de recolección, el campesino debe cargar en sus hombros, el peso de condiciones cada vez más inciertas: los impredecibles cambios del clima, las plagas que sufre cada especie de café que cultivan y la variación del precio en el mercado mundial.
¿Qué herramientas tiene un caficultor colombiano para enfrentarse ante estas adversidades? un poncho, un sombrero, una radio, sus manos y su dedicación. Gracias a personas laboriosas y que conocen el valor del trabajo duro, el café colombiano ha logrado gozar de reconocimiento internacional.
Así que cada vez que vayas a comprar una libra de café, recuerda los kilos que ha pesado en los hombros del campesino, agradece cada taza y disfruta del sabor perfecto del trabajo bien hecho.
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